Desde siempre los peregrinos sintieron la necesidad de viajar identificados como peregrinos de Santiago. Esta condición les da algunos privilegios que otros caminantes no tienen. La concha de vieira, también llamada venera, fue su primer identificativo. A partir del siglo XIII se empezaron a utilizar las "cartas probatorias", precursoras de la actual Credencial.
En la actualidad los peregrinos viajan con la Credencial, que es un documento al estilo del pasaporte, desplegable, de varias páginas, en las que los peregrinos van recogiendo los sellos de los albergues, hoteles, restaurantes, ayuntamientos, templos y otros muchos establecimientos de los pueblos por los que pasan. Es necesaria su exhibición para tener derecho a utilizar los albergues, normalmente públicos, que hay a lo largo del Camino.